1. Hacer la señal de la cruz y rezar el acto de contrición y el Credo.
2. Rezar el Padrenuestro
3. Rezar 3 Avemarías y Gloria.
4. Anunciar el primer misterio. Rezar el Padrenuestro.
5. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
6. Anunciar el segundo misterio. Rezar el Padrenuestro.
7. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
8. Anunciar el tercer misterio. Rezar el Padrenuestro.
9. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
10. Anunciar el cuarto misterio. Rezar el Padrenuestro.
11. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
12. Anunciar el quinto misterio. Rezar el Padrenuestro.
13. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
14. Rezar la Salve y la oración a San Miguel Arcangel.
Según Luis María Grignion de Montfort, (traducido directamente de los manuscritos originales del Santo de: Benjamín Agüero) en Tratado de la Verdadera Devoción a la Santisima Virgen , en los puntos 249 y 250.
Recitarán con gran devoción el Avemaría o salutación angélica, cuyo valor, mérito, excelencia y necesidad apenas conocen los cristianos, aun los más instruidos. Ha sido necesario que la Sma. Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes y muy esclarecidos santos como Santo Domingo, San Juan de Capistrano o el beato Alano de la Roche para manifestarles por sí misma el valor del Avemaría. Ellos escribieron libros enteros sobre las maravillas y eficacia de esta oración para convertir las almas. Proclamaron a voces y predicaron públicamente que habiendo comenzado la salvación del mundo por el Avemaría, a esta oración está vinculada también la salvación de cada uno en particular, que esta oración hizo que la tierra seca y estéril produjese el fruto de vida y que, por tanto, esta oración bien rezada hará germinar en nuestras almas la palabra de Dios y producir el fruto de vida, Jesucristo, que el Avemaría es un rocío celestial que riega la tierra, es decir, el alma, para hacerle producir fruto en tiempo oportuno y que un alma que no es regada por esta oración o rocío celestial no produce fruto sino abrojos y espinas y está cerca de ser maldecida.
He aquí lo que la Sma. Virgen reveló al beato Alano de la Roche, como se lee en su libro De Dignitate Rosarii, y luego en Cartagena: "Sabe, hijo mío, y hazlo conocer a todos, que es señal probable y próxima de condenación eterna el tener aversión, tibieza y negligencia a la recitación de la salutación angélica, que trajo la salvación a todo el mundo". Palabras tan consoladoras y terribles, a la vez, tanto que nos resistiríamos a creerlas, si no las garantizara la santidad de este varón y la de Santo Domingo antes que él, y después, la de muchos grandes personajes junto con la experiencia de muchos siglos. Pues siempre se ha observado que los que llevan la señal de la reprobación como los herejes, impío, orgullosos y mundanos odian y desprecian el Avemaría y el Rosario.